Los 8 mejores restaurantes de Huelva
Huelva sabe a chocos, a gambas blancas y a mojama. Huelva sabe a pata negra y a caldereta. Huelva sabe a gurumelos, a aceite de oliva y a frambuesas... Que la capitalidad gastronómica 2017 nos sirva de excusa para descubrir las delicias onubenses en ocho de sus mejores restaurantes
Huelva es una provincia llena de sorpresas y la mejor forma de descubrirla es hacerlo disfrutando de su oferta gastronómica. Proponemos una ruta de ocho restaurantes, asegurando que el visitante no se pierda ninguno de sus muchos manjares.
Acánthum
Xanty Elías ha conseguido con este restaurante la primera Estrella Michelin de Huelva. «Es una ciudad término que siempre se ha visto colapsada por los éxitos de las provincias colindantes; pero la cosa ha cambiado, y ahora empieza a valorarse mucho más que las otras».
La merluza con salsa de manteca colorá y naranja o la mini hallulla de Almonte con sardina embarricá son parte de un menú degustación diseñado para conmemorar el 525 aniversario del descubrimiento de América. «Cada plato representa un momento de la travesía de Cristóbal Colón». La experiencia culinaria para dos sibaritas cuesta entre 120 y 208 euros. El estrellato andaluz más económico tiene, además, un día del comensal para hacer accesible la alta gastronomía a todos los públicos, los #juevesacánthum: 15 euros por tres tapas maridadas con tres vinos en la barra.
Puro Chup Chup
«Aquí hacemos cosas rarísimas -reconoce el cocinero Juan José López Navarro-: desde caracolas de mar, cangrejos tailandeses que se comen con la cáscara, crestas de gallo... Se nos va un pelín la pinza». Cada día anota unas quince propuestas de esas raras en un pizarrón iconoclasta, según lo que encuentre en el mercado por la mañana (pueden consultarse a través de esta aplicación móvil). En la carta fija, destacan la falsa lasaña de choco al whisky, chistorra, yema líquida y cebollita encurtida, y el serranito versión original. «Es el bocadillo de bar típico, pero con nuestro toque moderno». En lugar del mollete con lomo de cerdo, jamón, tomate y pimiento, un baozi (pan chino al vapor) relleno de verduras, huevo a baja temperatura, pluma ibérica flambeada con char siu y mayonesa de albahaca y harissa (picante magrebí). «A veces me preguntan si soy cubano o marroquí, porque experimentamos con cocina de todo el mundo, pero utilizando productos de aquí».
Guatiné
Otra de las pizarras más apetitosas de Huelva. Carlos Domínguez la divide en dos: #ConTradición... «A mí Huelva me sabe a las coquinas de mi abuelo. Las elegía él mismo una a una: tenían que ser de buen tamaño, capturadas de a pie o en barquita pequeña, nunca en barco, porque en barco la coquina llega muerta; las que él elegía estaban vivas y con la lengua afuera. Luego las preparaba con un buen aceite, ajo y unas gotitas de tabasco». Y #ConEvolución, donde no falta un tataki de atún rojo con salmorejo de mango o un ceviche de corvina. «Es la mejor de la zona. Hay corvina en aguas marroquís y en aguas portuguesas, pero la de Huelva es especial, porque tiene mucha grasa y su carne es muy blanca y sabrosa».
Todos los jueves organizan cenas temáticas; las de febrero y marzo, dedicadas cada semana a un país latinoamericano, para recordar que hace 525 años Colón descubrió un Nuevo Mundo al otro lado del charco.
La Mirta
Su terraza es de las más concurridas. «Es que estamos en plena Gran Vía...» Así es como llama un choquero de pro a la avenida Martín Alonso Pinzón. Dada su céntrica ubicación, no es raro encontrarse a famosos cenando durante el Festival de Cine Iberoamericano: Aitana Sánchez Gijón, Juan Echanove, Maribel Verdú o Paco León han probado en alguna ocasión las recetas de Lolo. «De primero recomiendo la ensaladilla de carrillera de merluza y langostinos al ajillo con esferificaciones de mango y espuma de mayonesa». Y de segundo, Pantera Rosa. «Es como el bizcochito de Bimbo pero en salado, con huevas de leche de atún macho». Lo que viene a ser el órgano sexual del pez cargado de semen. «Se parece a un paté, lleva una cobertura dulce con sirope de fresa y tapenade». Quienes sean más de Tigretón, también elaboran este pastelito en versión morcilla. Pero para dulces de verdad, el postre: Todo Chocolate. «Un brownie de chocolate con helado de chocolate, pasta catarsis de chocolate, sirope de chocolate, tequila de chocolate y peta zetas de chocolate».
Almenta
José Almenta disfruta tanto cocinando en su restaurante como comprando en el mercado. «Lo tengo a trescientos metros del restaurante, y voy todos los días, porque todos los días la mar y la tierra nos ofrecen cosas ricas». Como un ajoblanco de piñones ecológicos. «Son del entorno de Doñana; aquí en Huelva tenemos muchos pinares, y estos son los mejores. Lo acompañamos de unas cigalitas confitadas en aceite de oliva virgen extra arbequina y unos berries del Condado».
Para continuar, una pluma de bellota 100% ibérica. «Es la parte anterior al lomo, muy gustosa. La servimos con un praliné de almendras saladas y unos gurumelos. La carne la cocinamos a la brasa y le damos un toque de ahumado con el serrín de las botas de vino viejo, porque en el Condado hay mucha tradición tonelera». De hecho, se especula que fue la primera región de España donde se cultivó vid, y que los caldos que embarcaron en las bodegas de la Niña, La Pinta y la Santa María viajaron con esta Denominación de Origen. «El vino de naranja es uno de nuestros fuertes, un oloroso dulce para aperitivos y postres».
Ciquitrake
En Huelva hay una expresión que dice: "¡Vas a reventá como un ciquitraque!". Por eso Carlos Ramírez le puso nombre de petardo a su restaurante. La barra del gastrobar está decorada con una jartá de argot güervano, en plan moenno. A los guisantes les llaman chícharos; a las manzanas, peros; verdigones a los berberechos... Y Koki a un cornete hojaldrado relleno de melva, huevo de codorniz, cebolleta y alioli. ¡Avíate!Quien venga esmayao, que se pida una de habas con chocos. «Son muy típicas, y justo ahora es época de las pequeñitas; se guisan con pimentón y están buenísimas. Aprendí a prepararlas de mi madre y de mi abuela María, que era muy primorosa en la cocina, porque entonces no había escuelas de hostelería como la de Islantilla».
Los de toda la vida
El chef del... «¡De chef nada! Aquí somos Manolo el del Portichuelo y basta». Manolo el del Portichuelo lleva más de veinte años al mando del negocio. De sus fogones salen comidas campechanas elaboradas con los adjetivos justos y precisos de temporada: ración de gambas de la costa; ración de jamón de bellota; albóndigas de choco; carrillera en salsa... O el inigualable revuelto de la casa, con papas, jamón y pimiento. «Es una receta muy sencilla pero a la vez inimitable, a nadie le sale como a nosotros». Otro secreto del recetario familiar es su presa ibérica de bellota al horno. «Es un plato muy de nuestro pueblo, de Alosno, en el Andévalo. Lo servimos con patatas pochadas y una salsa, tan tierno que la carne se deshace con una cuchara». Y para terminar: «Una mousse de chocolate con licor de Luis Felipe, el brandy nuestro de la Palma».
Muy cerquita, en el número 22 de la misma calle, está Juan, el del Azabache, otro veterano de la cocina onubense, galardonado con el Premio Andalucía de Gastronomía 2017.
Uno de mar y otro de montaña
Casa Rufino bien merece una escapada a Isla Cristina (a unos 30 minutos de Huelva ciudad). El restaurante se encuentra en la misma Playa Central, y lo abrió el padre de José Antonio Zaiño hace casi medio siglo. «Era una persona adelantada a su época, ¡hacía menús degustación en los años sesenta!» Los llamó Tonteo: ocho platos de pescado sin piel y sin espinas, cada uno con una salsa distinta. «Yo es que veo un pescado y me enamoro de él antes que de mi mujer». Rape, lubina, pez espada, pargo... «Somos un referente en atún rojo de almadraba; lo trabajamos en todo su despiece: el morrillo, el mormo, el contramormo, el tarantelo, la barriga... ¡Hasta los andares! Es el cerdo del mar». Además de meros y corvinas, hay que probar la coca típica de Isla Cristina, a base de almendras y cidra.
Y de la Costa de la Luz... a los montes de Aracena, para degustar ibéricos en el restaurante Arrieros: desde un carpaccio de presa y foie a una hamburguesa de pluma con mermelada de pimientos y boletus, para terminar con una poleá: gachas clásicas de los tiempos de posguerra que Luismi López reconvierte en delicatesen, con harina de bellota y azúcar moreno.
Dicen sus compañeros que si no tiene una Estrella Michelin es porque no la quiere. «Y es que no la quiero. Ya estoy en la guía Bib Gourmand y viene mucho extranjero... Estamos en un pueblo de trescientos habitantes, nuestro comedor era el corral de una casa antigua y es muy pequeño... Así estoy bien, no la quiero».
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